La devaluación no frenó la fiebre importadora y prevén récord
- Impulsarg Holding

- 1 sept
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La volatilidad del dólar "que flota" no parece haber hecho mella en el "festival de importaciones", que incluye la fiebre por la ropa barata china de Shein, hasta autos eléctricos y compras de tecnología vía Amazon.
Al menos, eso es lo que se desprende de la última encuesta REM, en la que bancos y consultoras mantuvieron sus proyecciones sobre un flaco saldo comercial para el año.
Los expertos previeron, en promedio, que las compras desde el exterior terminarán el año en U$S 75.115 millones, lo que implica una pequeña baja de 0,3% respecto de la cifra que se había previsto el mes anterior.
Esto implicaría que, hasta fin de año, habrá un promedio mensual de importaciones por U$S 6.360 millones, una cifra que supera en 25% el promedio mensual de 2024.
¿Las exportaciones?: se espera que apenas mejoren un 2,4% respecto de 2024.
Un superávit que adelgaza
A inicios de año, la expectativa del mercado era que la balanza comercial dejara un saldo positivo de U$S 12.144 millones. Pero, mes a mes, los expertos fueron retocando a la baja su previsión de exportación y al alza la de importación, en el marco de una política de revaluación del peso.
En un semestre, la previsión de saldo comercial se redujo a la mitad: U$S 6.507 millones, producto de ventas por U$S 81.662 millones e importaciones por U$S 75.115 millones.
Y, si bien ya no es sorpresa la velocidad que toman las importaciones, lo que sí llama la atención es el pobre desempeño exportador. Si no fuera por el rubro petrolero, que crece a una impactante tasa de 74% interanual, las exportaciones habrían caído respecto del año pasado.
Manija importadora
No es fácil la disyuntiva para Toto Caputo. Por un lado, es consciente de que con el escenario actual se promueve la importación mientras se ralentiza la producción local. Y, además, cuenta con la presión del propio FMI, que insinúa la conveniencia de un tipo de cambio más alto.
El superávit de cuenta corriente que sugiere el FMI se ubicaría en torno de U$S 10.000 millones, mientras que las proyecciones de los economistas hablan de un déficit en torno de U$S 14.000 millones.
Sin embargo, las perspectivas de que la situación cambie son bajas: por un lado, el gobierno no sólo no reniega de la apertura comercial sino que la defiende, tanto por motivos ideológicos como prácticos: el ingreso masivo de productos importados a bajo precio ayuda a mantener a raya la inflación.
Otra apuesta a la soja
Con estos datos a la vista, no resulta extraño que el gobierno haya ratificado la baja de retenciones a la exportación agrícola. Se trata de un sacrificio fiscal de 0,1% del PBI, pero que se vería compensado por una aceleración en las ventas del campo para el segundo semestre.
Los expertos calculan que todavía queda más del 40% de la cosecha sin vender.
La soja, que hasta junio promediaba los $ 325.000 por tonelada, llegó en los últimos días a tocar un pico de $ 395.000. En el caso de que los silobolsas se vaciaran, esto implicaría un aporte (sólo por la soja) de unos U$S 8.200 millones.






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